Uno de los síntomas más evidentes del envejecimiento es la pérdida de elasticidad en la piel, a causa de la destrucción del colágeno y la elastina del tejido epidérmico. Esto se traduce en flaccidez facial y en la aparición de arrugas y líneas de expresión, un proceso que irá acentuándose con los años. Afortunadamente, la medicina estética ofrece numerosas soluciones de rejuvenecimiento facial eficaces, seguras y mínimamente invasivas, lo que las convierte en una buena alternativa a las intervenciones quirúrgicas. Una de ellas es el tratamiento con hilos tensores.
También conocidos como hilos mágicos faciales o hilos japoneses, los hilos tensores son filamentos del grosor de un cabello y fabricados con materiales biocompatibles.
Ayudan a tensar y recolocar la piel que se ha descolgado por la edad. De este modo, proporciona a la dermis una mayor firmeza y tersura, elevando los tejidos faciales. También trabaja a nivel subcutáneo. En este sentido, hay que tener en cuenta que la polidioxanona estimula la producción natural de elastina y colágeno alrededor de las hebras insertadas.
Los hilos tensores son introducidos a nivel dérmico con la ayuda de una aguja muy fina. Tras colocar el hilo, se retira la aguja, dejándolo colocado en la posición deseada. El número de hebras que se introducen dependerá de la extensión de la zona en la que se desee intervenir. No obstante, en el caso de los tratamientos faciales, la cantidad más habitual acostumbra a oscilar entre los 6 y los 15 hilos.
El resultado es un lifting facial sin cirugía, con lo que se logra disminuir la flaccidez y recuperar la firmeza y la elasticidad de la piel. Estará mucho más suave y luminosa, visiblemente rejuvenecida.
Inmediato
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